Hortícolas Javier Miranda, una empresa que crece a base de seriedad, innovación y trabajo

Este joven emprendedor de Riotorto empezó en 2012 plantando una hectárea de repollos y hoy produce patatas, habas, cebollas, judías, pepino, calabacín, berza, acelga, coliflor, pimiento, puerro o berenjena, que distribuye directamente en Galicia y Asturias y vende también online a toda España

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Javier Miranda apañou este ano máis de 500 toneladas de pataca, unha cifra que conta dobrar en 2020

Javier Miranda recogió este ano más de 500 toneladas de pataca, una cifra que espera doblar en 2020

Javier Miranda es un joven que cuando habla transmite la ilusión que pone en todo lo que hace. Se dedica a lo que le gusta y eso se nota. Su empresa tiene solo 7 años pero es un ejemplo de profesionalización en el sector de la huerta y no para de crecer, innovar y diversificar.

Pero lo que es quizás más importante, da empleo fijo a 7 personas durante todo el año, un número de trabajadores que se multiplica por tres en las campañas, en un ayuntamiento pequeño como es Riotorto. Javier cuida a sus empleados igual que cuida sus plantaciones. Ese es también parte del éxito de su explotación: rodearse de gente preparada y profesional en las diferentes facetas.

«Teníamos una explotación de leche con 30 vacas pero veíamos que con eso no íbamos a ninguna parte porque no éramos competitivos»

Si hubiese que ponerle cara a eso de ser emprendedor llevaría la de este chico que con 28 años y después de diversas experiencias laborales en distintos sectores dentro y fuera de Galicia decidió apostar por lo que le gustaba, por vivir de la tierra. «Empecé en 2012 con 28 años porque me gustaba. En el 2010 se había vendido la explotación de leche que tenía mi madre, de unas 30 vacas. Veíamos que con eso no íbamos la ningún lado, no éramos competitivos en un escenario sin cuotas. Nunca habíamos tenido huerta más que para autoconsumo en casa, pero a mí era lo que me tiraba», cuenta.

Los comienzos no fueron fáciles. Le cogió de lleno lo veto ruso a la importación de productos españoles y la cuarentena de la polilla de la patata. Sin embargo, en vez de tirar la toalla, Javier se sobrepuso a las dificultades que una tras otra le iban llegando. «A veces de los problemas salen soluciones, aprendes más de un año malo que de 5 buenos», dice. Aún se acuerda de lo que le dijo su padre, José, que procede de una familia de 11 hermanos y lleva trabajando desde los 15 años, la primera vez que a Javier le apareció un percance en el negocio. «La primera vez que me dejaron tirado con 7 hectáreas de repollo plantadas me dijo: como me gusta que empieces así, sabiendo lo que cuestan las cosas», recuerda.

«A veces de los problemas salen soluciones, aprendes más de un año malo que de 5 buenos»

Con ese espíritu de superación se enfrentó a ese primer problema, en el segundo año de actividad. «El primer año había echado una hectárea de repollos para un mayorista. Al año siguiente nos pidieron 7 hectáreas y las echamos, pero cuadró con el veto ruso y no había salida para ellas. Así que no nos llevaron la producción. Quedó el repollo en las tierras después del gasto que habíamos hecho para plantarlo. Así que para poder cubrir costes comenzamos a movernos y a buscar clientes tanto en esta zona de la provincia de Lugo como en Asturias. De día recogíamos y de noche distribuíamos en una furgoneta. Así libramos ese año y con lo que sacamos pudimos afrontar la siguiente campaña», cuenta.

Un nuevo obstáculo: la polilla guatemalteca

En 2017 tuvo que buscar tierras en Sobrado dos Monxes para plantar las patatas e non abandonar aos seus clientes

En 2017 tuvo que buscar tierras en Sobrado dos Monxes para plantar las patatas y no abandonar a sus clientes

Salvada esa cosecha, Javier planificó ya el siguiente año. «Buscamos otros distribuidores y seguimos con las rutas de las furgonetas para suministrar directamente al pequeño comercio y a restaurantes, que es lo que nos empuja a crecer», dice.

Se queja, en cambio, de la falta de seriedad de algunos intermediarios y distribuidores. «Falta aun mucha seriedad y concienciar a la gente de que somos empresas y que el kilo de tomate no se puede vender a 70 céntimos», afirma. «Nosotros producimos basándonos siempre en compromisos y contratos previos y aun así siempre hay cosas que salen mal», dice.

Pero el siguiente percance no vino de la distribución sino de un pequeño bichito que mantiene en cuarentena a los ayuntamientos del norte de las provincias de A Coruña y Lugo. Javier había decidido ampliar y diversificar su explotación con la producción de patatas cuando en el año 2017, con la campaña de plantación a punto de comenzar, la prohibición de plantar tubérculo decretada por la Xunta lo cogió de lleno.

En previsión por lo que se venía hablando en las semanas anteriores a la aprobación del Decreto 197/2017 y contando con que Riotorto había quedado dentro de la zona de cuarentena, alquiló 18 hectáreas de terreno en Pacio, en el ayuntamiento de Castro de Rei con la intención de echar allí las patatas. Pero la redacción final de la normativa para la erradicación de la plaga de la Tecia Solanivora establecía a Castro de Rei como zona tampón, por lo que tampoco podía arriesgarse a echarlas allí, no fuera a ser que saltase un positivo y se las hiciesen arrancar.

Así que, con la simiente ya comprada, de nuevo a toda prisa tuvo que buscar una nueva ubicación. La encontró en el ayuntamiento coruñés de Sobrado dos Monxes, pero los costes de aquel año se dispararon y lo único que logró fue no perder los clientes a los que les servía patata.

Haba blanca y verdina

En San Martín de Ferreiros, no concello de Pol, plantou unha finca de 8 hectáreas con verdina

En San Martín de Ferreiros, en el ayuntamiento de Pol, plantó una finca de 8 hectáreas con haba verdina

Pero a pesar de ser en aquel momento uno de los productores profesionales más afectados por la prohibición de plantar tubérculo a consecuencia de la polilla guatemalteca, Javier vuelve a aplicar la máxima de que no hay mal que por bien no venga. «Con la prohibición de la patata nos metimos con las habas para darle un uso a las tierras», explica.

Este año echaron 26 hectáreas de haba verdina y 8 de haba blanca. La verdina la recogen primero y ponen en esas tierras repollos para el invierno. Otras 16 hectáreas las dedicaron este año a patata kenebec y 4 hectáreas y medio a cebolla redonda y plana.

Ponen también judía, pepino, calabacín, berza, acelga, coliflor, puerro, berenjena o pimiento. Para estas plantaciones dejan las fincas de la zona de Riotorto, que son más pequeñas pero también más frescas.

Esa fue otra de las ventajas que ahora, pasado el tiempo, Javier le ve al hecho de no poder plantar patatas en ellas en su día. «Pudimos dedicarlas la otros cultivos y vinimos para la zona de A Terra Chá buscando tierras para las patatas, donde hay fincas más grandes y más rentables a la hora de trabajar con maquinaria», argumenta.

70 hectáreas de plantaciones este año, todas al aire libre

Plantación de repolos en Riotorto

Plantación de repollos en las fincas de Riotorto

En 2018 ya se arriesgó a echar las patatas en las fincas de Castro de Rei, donde también tiene las habas. La mayor parte de la tierra que trabaja Hortícolas Javier Miranda es alquilada y a pesar de que compiten en zonas ganaderas donde hay importantes explotaciones de leche, no tienen más dificultad para tener superficie que el de tener que pagarla a un precio superior al de otras zonas de Galicia. «No tenemos problemas para tener tierras porque nosotros cuidamos mucho las fincas (abonamos con estiércol, les sacamos las piedras) y la gente también ve eso», dice Javier.

En total maneja hoy una superficie de 52 hectáreas en los ayuntamientos de Riotorto, Castro de Rei (en la zona de Pacio), Pol (en San Martín de Ferreiros) y A Pastoriza (en la parroquia de A Reigosa), aunque al hacer más de un cultivo por año la superficie total trabajada se incrementa. «Si sumamos el doble cultivo, este año llegamos a las 70 hectáreas de huerta plantadas», aclara.

Las fincas más grandes son de 4 y 6 hectáreas en una pieza. «Vine para esta zona por culpa de la prohibición de la patata. En aquel momento fue un palo, pero al final resultó ser positivo. Son fincas más grandes, más fáciles de trabajar, lo que reduce los costes», dice.

Cultivan todo al aire libre y hacen plantación todas las semanas para que las producciones vengan repartidas. La planta se la sirven desde Cantabria

«Después tenemos muchas más pequeñas al lado del río que dedicamos a los cultivos verdes por ser más frescas», indica. «El sur de la península no da competido con nosotros en frescura. Ellos recogen a mucha más temperatura y esa mercancía tiene que pasar por Mercamadrid, así que cuando da llegado aquí al cliente lleva varios días por ahí dando vueltas. La nuestra la recogemos más fresca y llega mucho más fresca al cliente», asegura.

«Aquí se da todo, tenemos un microclima. Por ejemplo nosotros sacamos más producción de judía al aire libre que en la zona de A Terra Chá en invernadero», dice. «En esta zona no hay mucha oscilación térmica, ni hace mucha calor en verano ni las temperaturas bajan mucho por las noches», añade.

Por eso Javier cultiva todo al aire libre. Solo tiene dos invernaderos, que usa para secar la haba verdina y también como semillero, aunque casi toda la planta es comprada. «Casi toda la traemos de Cantabria, de Viveros Barbas SAT, uno de los más grandes de España con 35 hectáreas de cultivo y 30 empleados», indica Javier. «Casi no hacemos semillero nosotros porque no puedes estar a todo. Vienen a traernos planta todas las semanas porque plantamos todas las semanas para que la producción venga repartida. Cuando empieza la campaña programamos las plantaciones y se lo comunicamos al vivero y así nos van suministrando según la programación que tenemos hecha», explica.

Doblarán la producción de patata en 2020

Este ano recolleron máis de 500 toneladas de pataca kenebec

Este año recogieron más de 500 toneladas de patata, la mayoría kenebec

«Lo que pide el mercado es calidad y continuidad, es decir, poder ofrecer el mismo producto el máximo tiempo posible, y para eso tienes que tener superficie y producción suficiente», asegura. Hortícolas Javier Miranda pasó en poco más de 5 años de cultivar una hectárea a echar 52 en esta última campaña, una cifra que incrementarán para la próxima, puesto que uno de sus fuertes, la patata, tiene mayor demanda. Este año recogió más de 500.000 toneladas de patata y la comercializadora a la que entrega la mayor parte de esta producción le pidió doblar para el año que viene hasta llegar al millón de toneladas.

Es la consecuencia de apostar por la calidad. «Nosotros no usamos secantes para secar la rama de la patata. El 90% del tubérculo que hay en el mercado tiene secante, que hace que en 5 días puedas recogerla y además engorda la patata», explica.

«Lo que pide el mercado es calidad y continuidad, es decir, poder ofrecer el mismo producto el máximo tiempo posible, y para eso tienes que tener superficie y producción suficiente»

También recurren al sistema tradicional de usar las patatas para renovar las tierras y rotar los cultivos. «Queremos emplear lo menos posible los herbicidas, por lo que hay que rotar mucho», explica. Siempre hacen doble cultivo, bien con alguna producción de huerta de invierno o sino con algún cultivo pensado para emplear como abono verde en primavera. Lo hicieron este año en la mitad de las 52 hectáreas que tenían, en las que echaron veza con trigo o incluso guisante. Después de triturar esas cosechas abonan con purín de explotaciones de la zona y encalan antes de hacer la plantación de primavera. «Nunca dejamos las tierras vacías, porque son fincas pendientes y sin plantación a lluvia arrastra la tierra para el fondo de la finca», explica Javier.

Visitan todas las fincas dos veces por semana

Fan plantación escalonada e un viveiro de Cantabria sérvelles planta todas as semanas

Hacen plantación e recogida escalonada y un vivero de Cantabria les sirve planta todas las semanas

Una de las claves de esta empresa de Riotorto es la vigilancia continua tanto de las tierras como de los cultivos, lo que hace que puedan atajar antes las enfermedades teniendo que usar menos tratamiento. «Visitamos todas las fincas dos veces a la semana, o voy yo o va nuestro técnico, Juan, por lo que cualquier incidencia que detectamos podemos corregirla más rápido. Es como cuando tienes un resfriado, si lo tratas a tiempo no tienes que usar antibiótico, si te descuidas y empeora puede acabar en neumonía», compara.

«Las fincas y las plantas son agradecidas, si las cuidas obtienes resultados, aunque no sea algo matemático y a veces aún haciendo las cosas bien acaban saliendo regular», reconoce este joven horticultor, que considera fundamental la toma de datos durante todo el proceso de producción y comercialización. «Teniendo información y datos tienes poder, tanto para producir como para vender», asegura.

Realizan una exhaustiva toma de datos de cada una de las fincas y cultivos para mejorar en eficiencia en campañas sucesivas

Por eso cuentan con un programa específico para la recogida de datos de cada una de las fincas que trabajan, que incluye un cuaderno de campo de cuando se hizo la siembra y el resto de trabajos hasta la recolección, la cantidad de semilla, abonos y fitosanitarios utilizados y el volumen de producción obtenido. «Anotamos todos los costes e ingresos de manera pormenorizada e individualizada para cada finca y cultivo para intentar mejorar en años sucesivos en lo que fallamos», explica.

Uno de los condicionantes fundamentales a la hora de tomar decisiones en el sector de la huerta es la meteorología y en el caso de esta explotación disponen de datos muy precisos. «Meteogalicia se involucró, la solicitamos a través del Ayuntamiento y nos pusieron en Roitorto una estación meteorológica de última generación que nos aporta un montón de datos interesantes que usa nuestro técnico», indica.

Control de los tratamientos fitosanitarios

Aunque cuenta con maquinaria propia y personal especializado en su manejo, muchos trabajos agrícolas los hace a través de empresas de servicios. Excepto la aplicación de los distintos tratamientos tanto a las tierras como a las cosechas. «En los tratamientos fitosanitarios hay que ser muy estrictos y prefiero hacerlos yo», dice.

Ponen el foco en la reducción del número de tratamientos y para eso la clave es adelantarse en la detección para aplicar menos dosis. «La gente piensa que comer una lechuga es comer sano, pero no mira la etiqueta de lo que lleva esa lechuga», argumenta.

Al ganar volumen y aumentar el número de hectáreas trabajadas la sulfatadora que tenían les quedó pequeña y acaba de comprar una nueva con mayor capacidad, en la que invirtió 60.000 euros. «La otra sulfatadora que teníamos era muy pequeña y nos llevaba mucho tiempo aplicar los tratamientos, además teníamos que dar muchos viajes y parecía que estábamos siempre sulfatando, daba mala imagen para nuestros productos», argumenta.

«Estamos a medio camino entre convencional y ecológico, nosotros queremos tener una huerta tradicional pero en gran superficie, es decir, hacer lo que se hizo siempre pero mecanizados»

«Nosotros estamos entre convencional y ecológico. Abonamos con estiércol y usamos herbicidas y insecticidas de residuo cero. Queremos tener una huerta tradicional pero en gran superficie, es decir, hacer lo que se hizo siempre pero mecanizados», asegura.

Cuentan en la actualidad con 3 tractores. «Un era el que había en la explotación de mi madre pero lo equipamos con ruedas estrechas para trabajar entre cultivos», explica. Tienen también uno pequeño de 45 caballos y otro más grande, de 110, que es con el que hacen «los trabajos más brutos».

Cuentan también con una telescópica, abonadoras, tres tipos de sulfatadora, arados, cultivadores, remolques, cisternas para regar, y equipo GPS para el tractor. «Muchas veces la falta de personal nos obliga a meternos a comprar máquinas. A mí no me gusta tener una inversión millonaria en maquinaria por gusto», justifica.

repolo cebadeiro

Los animales que ceban son de raza rubia gallega y asturiana de los valles

Parte del estiércol que emplean para el abonado sale de la explotación de carne que sigue manteniendo su madre, Dominica Vidueiro, y a donde van a parar también los excedentes de producción. «Cebamos 80 terneros al año de las razas rubia gallega y asturiana de los valles. Los animales cumplen una doble función. Por un lado estramos y aprovechamos el abono para las fincas y además los terneros son unos grandes consumidores de producto de segunda. Hoy en el mercado como el producto no sea todo de primera no tiene salida y la gran distribución es muy exigente con eso», explica.

Con los excedentes y el producto de segunda ceban 80 terneros al año, que producen también el estiércol para las tierras

Así que patatas, repollos, calabacines u otros productos que salen de la huerta sirven para cebar a los terneros, dando así salida a los excedentes. También venden directamente a clientes en la propia explotación ese producto de segunda, que comercializan a mitad de precio como una manera de recuperar parte de lo gastado en producir esos artículos que cuentan con menor valor comercial en el mercado o directamente son rechazados.

El 15% de las ventas las realizan ya a través de la página web

Javier, cunha das tres furgonetas que teñen para o reparto

Javier, con una de las tres furgonetas que tienen para el reparto

Una de las apuestas de esta empresa de huerta de Riotorto es la venta online. Aunque a simple vista parece que los productos de la huerta no son los que mejor encajan para vender a través de internet, tanto por su menor precio como por el carácter perecedero de los productos, la experiencia de Hortícolas Javier Miranda demuestra que se trata de un prejuicio que el consumidor no tiene o cuando menos está perdiendo a pasos agigantados.

«Empezamos con la venta online en el 2016. Al principio fue un fracaso pero hoy el 15% de lo que facturamos ya es a través de la venta por intenet, que es algo que nos sirve también para darnos mucha visibilidad», explica Javier. Dos son sus principales tipos de clientes online: restaurantes gourmet de toda España y gallegos que están fuera y que quieren producto de temporada de Galicia.

Restaurantes gourmet de toda España y gallegos que están fuera son sus dos principales clientes por internet

El proceso que siguen está perfectamente protocolizado. «Recogemos por la mañana, a mediodía preparamos los paquetes, una empresa de mensajería lo recoge por la tarde y antes de la una del mediodía del día siguiente la mercancía tiene que estar en destino», indica.

Los precios que ofertan a través de su web ya incluyen el incremento que supone la caja y el transporte, que son dos elementos que van a precio de coste porque su interés no es ganar dinero con esto sino con la venta de sus productos. «El precio final resultante es en muchas ocasiones el que te puedes encontrar en muchos mercados de esos lugares de destino», asegura Javier, que cuando se le pregunta si compensa mandar productos de huerta de este modo responde muy a la gallega, casi con otra pregunta: «Habría que preguntarle al cliente gallego de Barcelona si le compensa comer un caldo de grelos de verdad, yo cuando estaba en Maiorca, estuve allí un año, valoraba mucho estas cosas», cuenta.

Y hace una reflexión en voz alta: «Todos los que producimos huerta nos centramos en el cliente de al lado de casa, y ahí no hay mercado para todos, pero como estamos tan centrados en producir y con unos márgenes tan cortos no tenemos tiempo de pensar en vender ni nos centramos en eso», argumenta.

Un equipo profesional formado por gente joven

La clave para que la venta online le funcione a esta empresa fue la incorporación de Ana Fernández, una joven de A Pontenova de tan sólo 23 años licenciada en Económicas y con formación especializada en Marketing Digital y Gestión Comercial. Ella es la que se encarga de la página web y la venta por internet.

«La base de esta empresa es rodearme de gente profesional, yo no lo poedo hacer todo ni estoy capacitado para saber de todo. Mucho y bien no hay quien, ya lo dice el refrán. Llevábamos invertido 24.000 euros en la página web y no nos funcionaba. Hasta que llegó Ana», destaca Javier, que explica que otro gran problema al que tuvieron que hacer frente para poder vender por internet fue el del transporte. «Nos cogían una caja de tomates y la tiraban como si fuesen tornillos», se queja.

Cuentan con una especialista en marketing digital, un técnico agrícola, un conductor para andar con la maquinaria y una persona que se encarga de las bases de datos

La misma estrategia que siguió con la incorporación de Ana la aplicó también a otros puestos clave de la empresa, que cuenta con una plantilla fija de 7 personas todo el año, con personas especializadas en las distintas facetas (además de la responsable de marketing cuenta con un técnico de campo, con un conductor especialista para la maquinaria y con una persona responsable de la base de datos). El personal fijo llega a multiplicarse por tres con la mano de obra contratada de manera temporal durante las campañas de productos como las patatas o las cebollas.

Javier pone encima de la mesa el problema existente para encontrar este tipo de mano de obra. «Aquí pagamos lo que marca la ley y los horarios también son los que marca la ley pero no damos encontrado personal», dice. «Aquí no hay gente para trabajar porque la gente joven se marchó y los inmigrantes no quieren venir para un sitio como Riotorto, donde no hay comunidad senegalesa o marroquí como hay en Lugo, por ejemplo», argumenta.

E insiste: «queremos gente profesional aunque tengamos que pagar más». Cuenta lo que le pasó ya en varias ocasiones: «En la campaña de la plantación de la cebolla teníamos una cuadrilla que como se puso a llover y no podía trabajar y cobraba por peonadas, se marchó para el sur en medio de la campaña. En la patata nos pasó lo mismo, porque andan al sol que más calienta», afirma.

Javier tiene trabajando consigo de manera permanente a cuatro inmigrantes que están perfectamente integrados tanto en la empresa como en Riotorto. «Ahora van a traer a las familias para aquí, que es también lo que queremos nosotros porque es algo importante para un ayuntamiento que pierde 80 habitantes cada año», dice.

Llegar directamente al cliente final

El hecho de llegar directamente con el producto al cliente final, bien sea a través de la venta online o del punto de venta minorista, encaja a la perfección con la filosofía que aplicaron desde el comienzo para salvar la primera de las crisis a la que tuvo que hacer frente a explotación cuando el distribuidor con el que tenía apalabrada la producción de repollos los dejó tirados: contar con una red de distribución propia.

«Con la venta directa te sacas intermediarios, pero supone más gasto, tiene unos costes importantes»

Acaban de separar administrativamente la explotación de huerta dedicada a la producción, que figura a nombre de Javier Miranda como persona física, del canal de distribución, que funciona jurídicamente bajo la fórmula de una SL. Cuentan con tres furgonetas de reparto y 5 personas dedicadas a estas labores, tanto preparando la mercancía y los pedidos como haciéndolos llegar al cliente.

«Con la venta directa te sacas intermediarios, pero supone más gasto, tiene unos costes importantes», dice. «Las grandes superficies te libran de todo eso pero te exigen exclusividad y después al año siguiente te tiran los precios», denuncia.

Para cumplir con todos los pedidos y abarcar una gama más amplia de productos tiene acuerdos con otros productores. «Además de lo que nosotros labramos, también compramos a otros productores de la zona para poder dar servido a nuestros clientes», explica. «Tenemos una productora en Lourenzá que nos pone lechuga todo el año y otro en Castro que nos labra el tomate. Nosotros les aportamos todo, la planta, el asesoramiento técnico y el embalaje y ellos producen para nosotros», cuenta.

«Quiero precio en mis productos para poder pagar bien a mis empleados»

A empresa conta con 7 empregados todo o ano e en campaña da traballo a case 20 persoas

La empresa cuenta con 7 empleados fijos todo el año y en campaña da trabajo a casi 20 personas

«Yo quiero precio para mis productos porque no quiero explotar a la gente y ser un negrero. Yo no busco solo el beneficio para mí, lo busco para todos los que están conmigo. Cuando el mercado me obligue a pagarles 700 euros a mis trabajadores yo cierro porque yo no quiero eso», afirma rotundo Javier.

«La gente en este sector es poco profesional pero yo defiendo que los agricultores tenemos que ser una empresa y funcionar y tomar decisiones como tal. Nosotros el año pasado tiramos faba de Lourenzá, porque había mucha, y hay veces que trituramos fincas de repollo enteras. No queremos meter producto en el mercado a cualquier precio porque eso es tirar los precios para la temporada siguiente», asegura.

«Cuando el mercado me obligue a pagarles 700 euros a mis trabajadores yo cierro porque yo no quiero eso»

Sofía, su hija, nació cuando arrancaba con la explotación. «Yo siempre digo que la empresa es como criar un hijo, hay que ir educándola conforme va creciendo, a cada edad sus cosas», compara. Y con los siete años que tiene ahora Hortícolas Javier Miranda ya se puede permitir el lujo de seleccionar a los clientes. «El año pasado hicimos una criba muy importante de clientes. Estábamos saturados de clientela e hicimos una selección, nos quedamos con los que nos interesaban más para centrarnos más en ellos, cuidarlos y producir para ellos a la carta», explica.

Javier es un joven valiente y con ética que está orgulloso de lo que hace pero echa de menos en el consumidor en Galicia la cultura que hay en el País Vasco, donde «la gente lee las etiquetas de los productos», dice. «Aquí la gente se queja de que no queda nadie en el rural pero después va al supermercado y compra las lechugas de Portugal y las judías de Marruecos. Con esa mentalidad no se fija población ni en el sector de la huerta, ni en el de la leche, ni en el de la carne ni en ningún otro», argumenta.

«Hay veces que trituramos fincas de repollo enteras. No queremos meter producto en el mercado a cualquier precio porque eso es tirar los precios para la temporada siguiente»

Por eso, asegura, «todo pasa por cambiar al consumidor, porque si el mayorista vende más lechuga de Portugal que de aquí porque es más barata seguirá trayendo lechuga de Portugal», evidencia. Y añade hablando de la falta de concienciación del consumidor gallego: «Yo no puedo entender que en casa de un ganadero que tuvo que cerrar porque le pagaban poco la leche se vaya ahora al supermercado a comprar leche de marca blanca».

«La Administración, más que las subvenciones que nos pueda dar a los productores, la gran ayuda que nos haría sería vigilar que no viniese producto de fuera sin las mismas exigencias y garantías que se nos exigen a los que producimos aquí, porque eso se llama competencia desleal», reclama.

Cuando Javier comenzó su oficina era la cocina de la casa. «Eso era antiempresarial total, porque venía cualquier comercial y acababa tomando café o comiendo unos chorizos», ríe. Ahora cuentan con uno pequeño local con dos mesas y dos ordenadores.

Este joven emprendedor agradece la ayuda que le prestaron sus vecinos. «Mucha gente se involucró al ver que yo me quería dedicar a esto y me dejaron sus fincas gratuitamente en muchos casos», recuerda. Donde hace la recepción del producto y prepara los pedidos era una antigua cuadra de un vecino que llevaba 20 años cerrada y sin actividad. Pero la empresa fue creciendo y ya no les cogen las cosas. «Necesitamos una nave nueva con cámaras», evidencia Javier.

Estos siete años que lleva produciendo cultivos de huerta le obligaron a pensar de otro modo. «A veces me arrepiento de haberme metido en esto. Yo era feliz cogiendo el tractor. Ahora pasé de ser agricultor a resolver problemas de todo tipo todos los días y pocos tienen que ver con la agricultura, porque son los problemas propios de una empresa», razona.

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