Ganadería A Cernada, la ilusión por continuar transformando leche ecológica

Ana Corredoira mamó desde pequeña en la explotación familiar situada en Palas de Rei una manera de trabajar tradicional, apegada a la tierra, sostenible y que crea valor añadido. Hoy es ella la que está al frente del proyecto, que fue pionero, con la idea de vender directamente la leche que produce

Ana Corredoira cunha das súas vacas pardo alpinas

Ana Corredoira cunha das súas vacas pardo alpinas

A Cernada no es una explotación cualquiera. Al conocer a Ana Corredoira lo primero de lo que uno se da cuenta es de su amor por las vacas. Sus padres, Benigno y Carmen, eran de esta aldea en la que se encuentra la granja, en Palas de Rei pero en el límite ya con Friol. En la casa no había vacas (Ana es nieta de molineros) y Benigno y Carmen hicieron el establo en el año 1989, el mismo en el que nació Ana.

“Siempre fue un proyecto familiar, yo y mi hermano Julio crecimos en la granja y con la granja. Nos incorporamos en el 2012 pero el relevo generacional efectivo fue tras la muerte de nuestro padre en el 2014. Los dos sabíamos que no queríamos que esto desapareciese porque este no era un proyecto de nuestros padres, era también el nuestro”, razona.

“Mi única ambición es poder vivir de esto con dignidad y poder contratar a más gente si puedo”

Julio no está ahora a tiempo completo en la explotación porque está haciendo el doctorado, pero echa una mano, igual que Adri Frade, la pareja de Ana, que es cocinero pero ayuda en los momentos libres. “Ahora ya está enganchado a la ganadería”, bromea Ana.

Aquel establo que hace 30 años hicieron los padres de Ana sigue siendo hoy el corazón de la explotación. “Hicimos mejoras y reformas y ampliamos las instalaciones con la sala de ordeño y con almacenes pero la base sigue siendo a misma”, explica.

La zona de Palas y de Friol fue pionera en la certificación de leche ecológica en Galicia. En A Cernada fueron de los primeros en empezar este camino (comenzaron el proceso de certificación en el año 2000 y la obtuvieron en el año 2004). Siempre trabajaron al modo tradicional pero tratando de dar valor a la leche que producían, lo mismo que Ana continúa haciendo hoy.

“La idea de transformar la leche que producíamos fue el punto de inflexión de la granja y marcó el camino y el objetivo que hoy seguimos nosotros”

Para lograr ese valor añadido sus padres decidieron poner en marcha un pequeño obrador de 70 metros cuadrados al lado de la explotación para producir yogur y leche pasteurizada. Ese proceso se paralizó cuándo falleció su padre en el 2014. “Esa idea de transformar la leche que producíamos fue el punto de inflexión de la granja y marcó el camino y el objetivo que hoy seguimos nosotros”, explica Ana.

As Vacas da Ulloa   

Sala de envasado da cooperativa As Vacas da Ulloa

Sala de envasado da cooperativa As Vacas da Ulloa

Al proyecto se sumó Marta Álvarez, de Granxa Maruxa, situada en el ayuntamiento vecino de Monterroso y que también produce leche ecológica. Entre las dos decidieron retomar el proyecto que había truncado la muerte del padre de Ana y constituyeron la cooperativa As Vacas da Ulloa con la idea de transformar y comercializar la leche producida en las dos granjas.

Ampliaron las instalaciones del pequeño obrador de los 70 metros cuadrados originales a los 300 actuales, aprovechando la maquinaria que ya tenían los padres de Ana e introduciendo nueva tecnología. La fábrica está lista, con un cuidado estético exquisito y un balcón con grandes ventanas desde el que se ve todo el proceso, desde el prado y las vacas a la propia transformación de la leche. Están ahora con el diseño de la marca y el etiquetado. “La idea es estar en el mercado este año”, avanza Ana.

Empezarán poco a poco, enfocadas hacia el mercado de proximidad, pero con la intención de transformar y comercializar la totalidad de la leche producida en las dos granjas, los 350.000 litros anuales de A Cernada y los 175.000 de Granxa Maruxa. Habrá yogures y postres lácteos y piensan también en natas y mantequillas que les permitan suministrar a sectores como el de la hostelería o el de la repostería.

“El proyecto de una explotación tiene que ir más allá de un precio puntual que una industria te pueda pagar”

“Siempre vendimos la leche a Puleva pero el proyecto de una explotación tiene que ir más allá de un precio puntual que una industria te pueda pagar”, dice. “Mucha gente nos decía que con los precios que hay hoy estábamos locas por ponernos a envasar y transformar la leche y parece contradictorio que los que estamos apostando por transformar seamos los que más cobramos la leche, los productores ecológicos, cuando los más necesitados en esto son los productores convencionales”, añade.

Ana huye de guerras artificiales entre ecológico y convencional basadas en el precio de la leche porque dice “todo el mundo ve el precio de hoy de la leche ecológica como oro delante de los ojos y hay mucha gente que piensa que nos estamos forrando solo por sacar las vacas a pacer pero esas personas no se acuerdan de cuando cobrábamos la leche ecológica a 38 céntimos”, argumenta.

La imagen bucólica del medio rural

“Más allá de la locura del proyecto tenemos los pies en la tierra porque sabemos lo que hay porque nos criamos en esto y lo mamamos desde pequeños”, dice. Por eso a Ana no le gusta transmitir una idea “bucólica” de trabajar en el rural. “No se puede extender la imagen simplemente estética y de un mundo natural porque nos quedamos en la punta del iceberg de lo que es la agricultura y la ganadería y eso tiene consecuencias”, asegura.

Ana nunca se vio trabajando en otra cosa que no fuese en la explotación familiar, de la que cogió las riendas con solo 25 años, pero critica el enfoque de las campañas institucionales para la incorporación de gente joven al rural. “Se invita a los chicos y chicas a emprender en el rural dando a entender que está chupado y que todo son facilidades, pero la realidad es que sería inviable poner en marcha una iniciativa como esta partiendo de cero, si no existiera ya una explotación funcionando”, dice.

En su facebook Ana trata de transmitir esa realidad completa. “Las granjas estamos abriéndonos al mundo de las redes sociales porque si quieres que la gente entienda lo que haces y por que lo haces, tienes que contarle la filosofía con la que trabajas”, argumenta.

Una labor didáctica para concienciar sobre los beneficios de consumir productos de cercanía y de las ventajas sobre la salud humana y sobre el medio ambiente de la producción ecológica, aunque de vez en cuando también aparece una foto tierna con un ternero o con una vaca porque Ana es así y admite que les da mucho cariño a sus vacas. “Les doy mucho mimo pero también lo recibo de ellas. Trabajar con animales es una pasada”, dice.

Ana coa táboa periódica que forman os nomes das súas vacas

Ana coa táboa periódica que forman os nomes das súas vacas

Ana iba para médica pero acabó en bióloga. Su hermano Julio es químico. Dos personas de ciencias que por defecto profesional acabaron por aplicar ese bagaje a sus vacas. Comenzaron a ponerles a las terneras nombres de elementos químicos y hoy tienen ya una tabla periódica con 30 nombres de vacas que son elementos químicos feminizados. Disproxia fue la primera, luego vinieron Titania, Litia, Cuprita, Vanadia, Rubidia, Ceolita, Rutila, etc. También están en la explotación Mari Curie, Rosalía Franklin o María Victoria. Una idea divertida que también sirve para sobrellevar la rutina de la explotación y para huir de las simples cifras de los crotales. “Nuestras vacas no son números, son nuestras socias”, considera.

El problema de la mano de obra

En la explotación trabajan en este momento a tiempo completo Ana y dos empleados. Julio y Adri echan una mano y Carmen, la madre de Ana, tuvo un accidente en la granja y está ya jubilada. Lo más difícil, dice, es organizar el trabajo en la explotación. “La mano de obra es una necesidad hoy en las granjas y va a ser un problema a corto plazo”, afirma. Son empleos que requieren estabilidad y formación, que es algo que no existe hoy, considera. “En el último año tuve 4 personas distintas, que tienes que formar y acostumbrarte a ellas. Cuando estás cómoda con ese trabajador se marcha porque le sale otra cosa y abandona el sector. Las condiciones son las mismas y el salario equiparable pero la gente no quiere trabajar en el rural”, cuenta.

“La mano de obra es una necesidad ya hoy en las granjas y va a ser un problema a corto plazo”

“Ese problema de falta de personal se va a agravar aun más y no tengo ni idea de cómo se va a abordar. Podemos echarle la culpa a la falta de relevo generacional pero aquí hay relevo generacional y tenemos igual ese problema”, reflexiona.

“Yo entro antes que mis trabajadores y salgo más tarde que ellos y muchas veces no puedo librar para que ellos descansen. Los servicios de substitución están muy saturados también”, explica. “Pero nosotros somos una generación que valora la calidad de vida y el tiempo libre. Nuestros padres no le daban tanta importancia a eso. Pero al final yo no puedo marchar de aquí 3 o 4 días, en eso las cosas no cambiaron tanto”, compara.

Sin intermediarios  

Empregan palla para as camas con carbonato como secante

Empregan palla para as camas con carbonato como secante

“En todo lo que hago, si puedo, trabajo directamente con los productores”, explica Ana. La paja se la compra la un productor de León que se la trae directamente a la explotación, la alfalfa viene de Villanueva del Campo, en Zamora, igual que el cereal, que compra directamente a una cooperativa de agricultores de Fuentesaúco y muele luego ella en la explotación. “No es un ataque a los intermediarios, porque a veces los intermediarios son necesarios, pero cuando son prescindibles es muy sana la relación directa”, aclara. Pretende de este modo “maximizar el rendimiento de cada parte y fomentar lo mismo que yo pretendo para mí”, añade.

La paja la usan para las camas exclusivamente y puntualmente a veces también para la alimentación de las vacas secas y en la transición de las terneras pequeñas. Pero dice que “para comprar paja en ecológico hay que ir a verla al prado porque sino puedes traer en medio muchas adventicias”.

Encaman dos veces al día usando carbonato como secante. “El problema de las camas orgánicas es la mamitis, así que procuramos tenerla lo más seca posible”, explica.

Como únicos abonos para las tierras emplean purín y estiércol. “El estiércol alimenta mucho la tierra, es una pasada ver la evolución de las tierras en cuanto introduces el estiércol”, asegura. A mayores, únicamente encalan.

Estabilizar la ración y las calidades de la leche

En A Cernada producen el forraje de hierba que emplean en la explotación y echan también entre 9 y 10 hectáreas de maíz con rotación cada 4 o 5 años para renovar las praderas. “El maíz lo utilizamos como cultivo intermedio y ayuda en el control de las malas hierbas”, argumenta.

La alimentación del rebaño de producción es a base de pastoreo diurno (solo en verano duermen también fuera) por un tema de mano de obra y por las propias condiciones de las parcelas. “Estamos en el fondo del valle y arrastra mucho agua y en invierno encharca mucho”, explica Ana.

Cuentan con carro mezclador propio con el que hacer el aporte de ración en granja cuando las vacas vuelven del pasto. “Hay que romper con la idea de que la vaca ecológica tiene que estar muerta de hambre”, afirma. La ración en invierno sin pasto para las vacas de producción es de 15 kilos de silo de maíz, 8,5 de silo de hierba, 2,6 de alfalfa y 6 de harina. El resto del año, cuando hay pasto, de la ración desaparece la alfalfa y baja el cereal y la leguminosa.

«Hay que romper con la idea de que la vaca ecológica tiene que estar muerta de hambre»

Ana reconoce que “el maíz en ecológico no tiene muchos adeptos pero a nosotros nos funciona, pero es cierto que lo que a uno le funciona al vecino no le vale”, dice. “Lo que hacemos es racionar el silo de maíz para que nos dure todo el año y variar de este modo lo menos posible la ración, porque la alimentación en ecológico ya es bastante variable por culpa del pasto y para nosotros, pensando en transformar, es fundamental estandarizar lo más posible la ración y las calidades de la leche”, explica.

Para eso afirma que “la analítica es clave y yo soy una obsesionada de eso, porque es muy importante para estabilizar de cara a la transformación, estuvimos trabajando mucho en eso en el último año, en estabilizar la ración, porque estamos preparándonos para envasar y para eso hay que ser exigentes con el tanque, no en producción, sino en calidades, y en ecológico es difícil estabilizar las calidades de la leche”, reconoce Ana.

Dos razas: parda alpina y frisona

recria

De las 7 vacas con las que comenzaron sus padres en el año 1987, en A Cernada hay hoy 106 cabezas, con 56 vacas en ordeño. “Tenemos dos razas, parda alpina y frisona. Las parda alpina son minoría en el rebaño, trajimos 6 en el año 2013 y hoy son 20, pero son dominantes”, explica. No hacen cruces. “Estamos centrándonos en las razas puras porque pienso que con dos razas solas los cruces salen bien en la primera generación, las F1, pero luego pierden, tendríamos que introducir alguna raza más para poder hacerlos”, considera.

Tienen un toro para las primerizas y después hacen inseminación. “Llevamos dos años haciendo acoplamientos buscando proteína y dureza de patas”, explica. “Tuvimos que controlar la recría porque se nos disparaba, hoy ponemos el 40% de carne”, añade, pero “la venta de carne es un complemento para la explotación, priorizamos la producción de leche, así que no buscamos terneros grandes, buscamos partos fáciles”.

Reconoce que hasta ahora “no había una estrategia de recría bien definida en la explotación” y tan pendiente está Ana de sus vacas que presume de que “los celos no se me escapa uno”. Lleva peor otras cosas: “me cuesta mucho descartar una vaca, no me gusta nada esa palabra”, asegura. En A Cernada hay vacas de 8 y 9 partos. “Tenemos animales con trayectoria, como digo yo, y muchas son frisonas, que por mi experiencia puedo decir que se adaptan bien al pastoreo y al ecológico, no tienen ningún problema”, considera.

Ataques del lobo

El lugar donde se encuentra la explotación es una zona con presencia del lobo. “Lobo en la zona de Friol hay mucho y lo hemos visto. Y los cierres que tenemos son básicos”, reconoce. Cuentan con una mastín “pero está alrededor de la granja siempre porque le dimos tantos cariños de pequeña que se queda con nosotros y no con las vacas”, confiesa.

La suplen con otro tipo de animales. “Tenemos dos burros que nos ayudan como guardianes de las vacas secas y las novillas”, explica Ana. Estos dos lotes pastorean las parcelas más alejadas de la granja, a unos 4 kilómetros de distancia. “Cuando hay algo raro los burros juntan a las vacas y están alerta”, cuenta.

Hasta el momento han ido librando. “Afortunadamente solo tuvimos 1 ataque de lobo hace 2 años y atacó a un animal que estaba enfermo, que tenía neumonía”, dice.

Ana está donde quiere estar, trabajando en el rural en un proyecto que le ilusiona. Pero la mentalidad sigue siendo mayoritariamente otra. “Cuando acabé de estudiar y volví para aquí la gente interpretaba que venía ordeñar vacas porque no había encontrado trabajo”, recuerda. Pero es todo el contrario. “yo necesito esto, es algo que elegí”, dice.

A decoración da nave da recría resume a filosofía do proxecto das Cernadas

A decoración da nave da recría resume a filosofía da Cernada, vacas felices e un proxecto sustentable

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